El manejo del riesgo en el comercio internacional

En el mundo de los negocios el RIESGO es un elemento siempre presente. No es posible, y tal vez ni siquiera deseable “huir” de este. Como dice el dicho “el que no arriesga no gana”. 


Pero lo que sí es fundamental es manejar el riesgo de una manera profesional, objetiva y responsable.


Lo anterior implica esencialmente tres etapas:

-Identificar y evaluar
-Decidir
-Actuar


Identificar y evaluar:
En nuestra operación de suministro que proviene del exterior, ¿qué riesgos existen o pueden existir?, en otras palabras, ¿qué puede salir mal? Claro que, si pensamos en “Murphy Law”, la respuesta inmediata sería mucho, casi cualquier cosa. Pero en términos más pragmáticos y de manera más ordenada, podemos considerar que los riesgos pueden clasificarse según:


Decidir:

 

¿Cuáles de estos son relevantes para nosotros en el presente y futuro previsible? La respuesta evidentemente requiere un análisis con cierto detalle, mismo que puede concluir en una matriz de la siguiente forma, en la cual se contrasta el IMPACTO contra la PROBABILIDAD de ocurrencia de cada posible evento.

Actuar:

Una vez que se ha establecido qué eventos resultan más relevantes, será posible la toma de decisiones en cuanto al plan de acción a ejecutar, que básicamente incluye:

 

Cuáles riesgos aceptar (cuando existe la opción). Ejemplo: Darle o no un anticipo al proveedor.

Cuáles riesgos cubrir. Ejemplo: Adquirir un seguro. Cuáles riesgos reducir o distribuir. Ejemplo:

 

Trabajar con varios proveedores en lugar de uno solo.

 

Cuáles riesgos prever. Ejemplo: El equivalente a una vacuna. Hacer que el proveedor firme una carta de confidencialidad antes de entregarle cualquier información delicada.

 

Para cuáles riesgos preparar planes de contingencia. Ejemplo: Si el proveedor

desaparece, si se hunde el barco, ¿qué hago?

 

Dentro de este tema conviene recordar que la percepción de riesgo tiene una componente objetiva y otra subjetiva; es decir, un mismo evento puede ser percibido como más grave por una persona que por otra. Y todavía más importante, lo que para una persona puede considerarse como un “riesgo aceptable”, para otra ése mismo asunto puede parecer “absolutamente inaceptable”. 

 

Esto depende de la formación, experiencia, valores e incluso la situación emocional por la que se atraviesa, pero también está influenciada por la natural actitud ante el riesgo de cada uno. Todos tenemos una cierta aversión o propensión al riesgo, que en los casos más marcados identifica a la persona como “conservador” o “jugador”. Aquí lo importante es el autoconocimiento para manejar esta natural tendencia de manera objetiva. Y como supervisor responsable, tratar de entender a los miembros del equipo para poner especial cuidado en ciertas decisiones “riesgosas”.

 

En resumen, no es posible garantizar que no habrá problemas y que todo saldrá como se planeó o se desea, pero sí es posible aumentar la probabilidad de que las cosas salgan bien. 

 

Está claro que en la vida real no siempre es posible tener la claridad absoluta ni muchas veces el tiempo para analizar, planear y menos aún, para contar con todos los planes de contingencia que sería adecuado tener. Pero también está claro que en la medida en que lo anterior sea posible, se podrá lograr una

operación de suministro proveniente del exterior, estable. 

En última instancia, para eso nos pagan.

 

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