
Relaciones comerciales entre México y Australia, importancia y trascendencia
En el presente artículo se tendrá la oportunidad de examinar la importancia de las relaciones comerciales que existen, entre México y Australia, relaciones que en
Mucho se ha hablado del enorme potencial que tiene China al ser el mercado más grande del planeta, con más de mil trescientos millones de habitantes, no solo es el país más poblado, sino que por el bono demográfico del cual estamos hablando, implica una cantidad titánica de consumidores. Ahora bien ¿qué necesita China de México? Principalmente alimentos ya que, si bien es cierto que producen a grandes volúmenes, el gigante asiático no puede satisfacer al 100% sus necesidades, por lo que recurre a las importaciones.
Mucho se ha criticado a México interna y externamente por no diversificar su Comercio Exterior y, sobre todo, por no tener una relación comercial más sólida con China, con el cual nos une una antiquísima relación. Simple y llanamente recordemos que los portugueses denominaban A Nao da China, para los españoles era el Galeón de Manila, que si bien es cierto zarpaba de Filipinas con destino a Acapulco, que en el Siglo XVI fue el puerto más importante de América, arribaba plagado de muchísimos productos del Sudeste Asiático y el intercambio no nada más fue comercial, sino también cultural. A modo de ilustración, el arroz se ha convertido en uno de los cereales de mayor consumo para los mexicanos. No hay restaurante o fonda en donde no se ofrezca después de la sopa o el consomé y hasta lo convertimos en postre (el arroz con leche) y ¿qué decir de los deliciosos dulces de tamarindo, las cocadas o el mango? Todos ellos frutos que heredamos de India, Tailandia y China pero que los hicimos parte de nuestra cultura y gastronomía en dulces y aguas frescas (como la de tamarindo o el beber el coco al natural). Fue en el recién México independiente donde descuidamos muchas cosas, entre ellas nuestro Comercio Exterior y no era para menos. Entre guerras fratricidas, estuvimos a punto de desaparecer del mapa político mundial; llegaron dos Presidentes que sabían perfectamente de la importancia que ésta actividad tiene y tendría para nuestro país, los abogados Adolfo López Mateos y Luis Echeverría Álvarez, quienes gobernaron México del 1º de Diciembre de 1958 al 30 de Noviembre de 1964 y del 1º de Diciembre de 1970 al 30 de Noviembre de 1976 respectivamente y como ningún otro mandatario voltearon a ver al aún gigante dormido, aquél que Napoleón pronunciara “China es un gigante dormido. Hay que tener cuidado cuando se despierte porque moverá al mundo”. Dichos presidentes lo sabían muy bien y se firmaron dos Acuerdos Comerciales. Aquí quiero hablar del que todavía sigue vigente, el Convenio Comercial entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de la República China, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 04 de Julio de 1975, entrando en vigor el 26 de noviembre de ese mismo año.
De conformidad con lo que nos dice la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, a todo Tratado Internacional, tenga la denominación que tenga “Acuerdo”, “Convenio”, “Convención”, “Arreglo”, “Pacto”, etcétera, jurídicamente siempre será un Tratado, esa es su naturaleza jurídica con lo cual el Convenio Comercial citado en el párrafo inmediato anterior por supuesto que es un Tratado Internacional. Dicho esto, forma parte de nuestra Legislación Positiva de conformidad con el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La verdad es un Tratado muy escueto, no pasemos desapercibido que en la época en que fue suscrito. México manejaba un modelo económico proteccionista y China un modelo económico socialista y a la fecha; sin embargo, le han dado un giro total y cambiaron su propia historia y parece ser que se hizo realidad lo que hace más de doscientos años Napoleón Bonaparte dijo sobre ese país: despertando y no nada más moviendo sino sorprendiendo al mundo día con día. Ahora a su modelo económico lo denominan socialismo de mercado. Primeramente, quiero compartir con Ustedes unos pequeños datos para comprender mejor la finalidad del presente artículo y la conveniencia de que México tenga un Tratado de Libre Comercio con el gigante asiático, otrora el enfermo de Asia:
Teniendo estos antecedentes, aterricemos ahora en una noticia que ha estado rondando por todo el gremio aduanero y del comercio exterior mexicano, el hecho de que México celebre un Tratado de Libre Comercio con China. De acuerdo a palabras de la Secretaría de Economía, Graciela Márquez, las pláticas se han frenado por el Covid19, las preguntas obligadas son, entre otras “¿será viable tener un TLC con China?”, “¿no afectará al T-MEC la celebración de ese TLC?”
Respecto de la primera inquietud siempre he afirmado que hay países con los que se puede tener libre comercio y otros con los que no. Para México, China entra en este último supuesto, pues sin un TLC nos llegan cantidades impresionantes de mercancías originarias de ese país. ¿Qué pasaría si se les reducen los aranceles? Simple y llanamente se destroza a la industria nacional, así de sencillo, ya que de lo contrario tendremos algo que su servidor ha denominado como “el efecto sumo”. Imaginemos aquí a dos sumotoris, uno de ellos de 1.80 metros de altura y 150 kilos de peso y a otro de 1.60 metros y 60 kilos de peso, ambos se toman de los hombros para empujarse mutuamente, ¿quién va a tirar a quién? Esto se responde por sí mismo y no queremos que eso le pase a la economía mexicana, se trata de hacer alianzas que nos hagan crecer, no lo contrario.
Ahora bien, por lo que respecta a la segunda pregunta, es importante analizar lo que nos dice el artículo 32.10 del T-MEC, en cuya referencia dice “TLC con Países de Economía de no Mercado” y aquí se restringe el hecho de que los tres Estados Parte del T-MEC, México, Estados Unidos y Canadá celebren un TLC con un país que no tenga una economía de mercado y China es un ejemplo, si México llegase a celebrar ese ambicioso y tan deseado TLC desde el año 2005, está la advertencia de que se denunciará el referido T-MEC y cada miembro tiene el derecho de celebrar un TLC bilateral con las reservas que considere convenientes. Ahora esto puede sonar a una amenaza del gobierno de Estados Unidos de que si lo celebras me pierdes como socio comercial. Si bien es cierto que seguiremos teniendo comercio, éste ya no será en las mismas condiciones de facilitación reconocidas en el T-MEC. Sin embargo, es por ello que cité al Convenio Comercial entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de la República China, ya que de conformidad con el Principio General de Derecho “primero en tiempo, primero en derecho”, este Tratado Internacional tendría mayor validez que el propio T-MEC y hasta que el propio TLCAN, firmado en el año de 1993 y entrando en vigor el 1º de Enero de 1994 por la simple y sencilla razón de que firmó primero y lo único que tiene qué hacer México si quiere de verdad un TLC con China es modernizar ese Convenio. Porque de dejarse sin efectos éste y hacer uno nuevo, se les darían argumentos legales a nuestros socios Estados Unidos y Canadá para denunciar el multirreferido T-MEC y poder celebrar un Tratado bilateral con ellos. No obstante, no olvidemos las represalias que por desgracia toma nuestro vecino del Norte cuando se le contradice y no le conviene, con perdón de la expresión. En cambio, al modernizarse dicho Convenio en realidad se está respetando lo que el propio T-MEC señala y a su vez los Principios que rigen en toda celebración de un Tratado Internacional y recogidos en la Convención de Viena Sobre el Derecho de los Tratados:
Dicho lo anterior, no se estarían afectando los derechos de nuestros socios en el T-MEC y además se estaría celebrando un tratado internacional de buena fe, ya que lo único que se está haciendo es una adaptación a la actual relación comercial existente con China. Existen varias cuestiones por regular y en las cuales México debe de tener mucho cuidado si de verdad quiere un comercio justo y obtener un beneficio:
En resumidas cuentas, no todo es malo, por supuesto que un TLC con China puede ser provechoso., solamente aprendamos de las lecciones del pasado, negociemos con calma y no hagamos las cosas al vapor. Si en este sexenio no se concreta, ya será en el momento oportuno, pero no comprometamos la Soberanía y la Economía de México ni utilicemos al Comercio Exterior como una eficiente palanca del desarrollo en donde todos los sectores puedan participar. Para ello también tenemos que poner de nuestra parte y capacitar a nuestros empresarios para que estén preparados para enfrentar éste nuevo e interesante reto.
Para concluir solamente quiero decir que ganamos mucho más con paciencia y sabiduría que con prisas e ignorancia. Con este TLC se puede comprometer el futuro de las generaciones venideras y queremos que eso pase, pero para bien.
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