
Relaciones comerciales entre México y Australia, importancia y trascendencia
En el presente artículo se tendrá la oportunidad de examinar la importancia de las relaciones comerciales que existen, entre México y Australia, relaciones que en
2020 ha sido un año convulso, con muchos cambios y a la vez con diversas expectativas, entre las cuales se encuentra el comercio internacional e inversiones que derivarán de la entrada en vigor del Tratado comercial suscrito entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), a partir del primero de julio de 2020.
Recordemos, el T-MEC se firmó el 30 de noviembre de 2018. En la etapa final de la negociación y, como resultado de las elecciones presidenciales en México, participó en la misma Jesús Seade Kuri, representante designado por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. A dicho funcionario, durante 2019 le correspondió negociar con Estados Unidos los cambios a dicho tratado, los cuales se plasmaron en el Protocolo Modificatorio firmado en Palacio Nacional en CDMX el 10 de diciembre pasado y de manera extra urgente, sin conocer las causas de tal rapidez. El Senado mexicano fue el primero en aprobar el mismo dos días después el 12 de diciembre. Durante el primer trimestre de 2020, ambas cámaras de cada uno de los dos países restantes, Estados Unidos y Canadá, aprobaron el tratado con sus modificaciones, junto con leyes nacionales para la implementación del tratado en sus respectivos territorios.
Con base en lo anterior, los representantes del Poder Ejecutivo de los tres países se pusieron de acuerdo para que el T-MEC entre en vigor el primero de julio de 2020, razón por la cual los funcionarios públicos han trabajado diversos documentos, entre ellos, las Reglamentaciones Uniformes, el procedimiento escalonado para el cumplimiento de la Reglas de Origen en el sector automotriz, las Reglas de Procedimiento de los capítulos de solución de controversias entre Estados (Capítulo 31), de respuesta rápida en materia laboral (Anexos 31-A y 31-B) y de cuotas compensatorias (Capítulo 10), así como las Listas de panelistas y el Código de Conducta al cual deberán someterse.
En todo este escenario, no perdamos de vista que el T-MEC establece cambios importantes en el capítulo de inversión. En primer lugar, durante la negociación, Estados Unidos buscaba eliminar el capítulo con la finalidad de no brindar seguridad y certeza jurídica, si las empresas estadounidenses decidieran construir sus fábricas fuera de Estados Unidos, frente a los actos de autoridad de gobiernos extranjeros. En segundo lugar, como resultado de la negociación bilateral de Estados Unidos, primero con México durante agosto de 2018 y después con Canadá en septiembre de ese año, México conservó el Capítulo de Inversión numerado como 14, mientras que Canadá fue excluido del mismo. Lo anterior puede confirmarse con el Anexo 14-D denominado Solución de Controversias de Inversión México-Estados Unidos. Además, el Anexo 14-E Solución de Controversias de Inversión México-Estados Unidos relacionadas con Contratos de Gobierno Cubiertos limita a los inversionistas protegidos, a aquellos cuyas inversiones y compañías hayan suscrito contratos con el Gobierno dedicadas a actividades como petróleo, gas natural, generación de energía, servicios de telecomunicación, transporte público, o bien, a la propiedad o administración de infraestructura, tales como caminos, vías ferroviarias, puentes, canales y presas.
No obstante, de conformidad con lo establecido en los párrafos 1 a 3 del Anexo 14-C Transición para Reclamaciones de Inversión y Reclamaciones Pendientes, con respecto a las inversiones existentes, los inversionistas extranjeros podrán someter reclamaciones con base en las reglas establecidas en el Capítulo XI del TLCAN de 1994 hasta en un plazo de tres años, esto es, hasta el 30 de junio de 2023.
Frente al escenario descrito, se suman las políticas adoptadas por el Gobierno Federal de cancelar el nuevo aeropuerto de la CDMX, así como las rondas petroleras, la renegociación con las empresas extranjeras sobre los gasoductos construidos en diversas partes del territorio mexicano; y más recientemente, el conflicto promovido por el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) sobre la limitación de sus actividades durante la pandemia, el cual involucra las dificultades para obtener permisos y autorizaciones por parte de las empresas dedicadas a los parques eólicos y fotovoltaicos para generar y suministrar energía eléctrica, a los cuales adicionalmente se les impuso un incremento en las tarifas por el uso de la infraestructura perteneciente a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
Todo lo anterior conduce a poner en duda si las empresas extranjeras, estadounidenses y canadienses estarán confiadas para invertir en México ante los cambios sin previo aviso de las políticas del Gobierno Federal por que, al final del día, la certeza y seguridad jurídica son aspectos vitales para promover y garantizar la inversión, sea nacional o extranjera. Con las inversiones incluso se logra expandir el empleo, el cual es tan necesario en épocas de crisis.
En relación con la situación económica de México, no perdamos de vista que, desde finales de 2018, el panorama comenzó a cambiar y durante 2019 se agudizó, por un lado, con la salida de capitales y una baja en el Producto Interno Bruto (PIB). Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante 2018 el PIB fue de 1.5 en el primer trimestre (1T), 3.3 en el 2T, 2.8 en el 3T, 1.3 en el 4T; en 2019: 1.1 en el 1T; -1.1 en el 2T, -0.4 en el 3T, -0.7 en el 4T. Durante 2020, la información disponible es hasta el 1T con -1.4. Así, según los lineamientos económicos, con tres trimestres negativos la situación económica evidencia recesión, México confirmó para finales de 2019 una recesión económica, la cual se extiende a inicios de 2020, se intensifica con motivo de la pandemia, con mayor desempleo y nulo crecimiento económico. Además de la previsión de continuar con importantes afectaciones por largo tiempo más allá del presente año. Tal como lo sucedido con la Gran Depresión de 1929-1934.
Una buena noticia ha sido la contención de los niveles de inflación, según cifras del Banco de México (BANXICO) en junio de 2018 fue de 4.65%, en julio de ese año observó un pico de 4.81% y de ahí mostró una tendencia a la baja. Para diciembre de 2019, registró 2.83, se incrementó en febrero de 2020 a 3.70% y para el primero de abril pasado observó un descenso a 2.15%, probablemente la más baja de los últimos 30 años.
Por otro lado, se agudizó la situación económica con la baja en los precios del petróleo en los primeros meses de 2020 y se combinó posteriormente con la pandemia y la cuarentena, a la cual se sometieron una gran cantidad de habitantes, a fin de evitar la muerte y limitar las consecuencias de la pandemia, únicamente al ámbito económico.
La pérdida de empleos durante abril y mayo de 2020 ha sido notoria. Por eso la importancia de aprovechar los instrumentos de política comercial al alcance, donde el fortalecimiento en la captación de ingresos juega un papel fundamental, a fin de atender los diversos programas sociales y hacer frente a los grandes proyectos de la 4T, como son, entre otros, el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y el Canal Interoceánico. Así, en esa suma de instrumentos se encuentra el T-MEC, pero una vez más, como sucedió hace 26 años con el TLCAN, se atribuye a un tratado comercial una especie de efecto mágico, el cual no tiene, para generar por ejemplo dos millones de empleos en el país. Esto no se logró con el TLCAN y difícilmente sucederá con el T-MEC, porque ahora juegan en el capitulado de este último tratado, disposiciones que controlan o administran de manera restringida el comercio entre las tres naciones, en particular en la relación con Estados Unidos. De este modo tenemos las nuevas reglas de origen para la industria automotriz, el valor de contenido laboral por parte de los trabajadores de los Estados Unidos en la fabricación de autos, camionetas y camiones. Además, se incorporan los capítulos laboral y ambiental (capítulos 23 y 24), los cuales en combinación con lo dispuesto en el capítulo de solución de controversias (capítulo 31) y su Anexo 31-A, permitirán el establecimiento de paneles para la atención de los conflictos, incluidos los paneles de respuesta rápida en materia laboral.
Adicionalmente, en el caso de México, ante la falta de sesiones presenciales del Congreso de la Unión con motivo de la cuarentena, falta la aprobación y publicación de adiciones, modificaciones y expedición de nuevas leyes, entre las cuales se encuentran: de Variedades Vegetales, Derechos de Autor, Propiedad Industrial, Impuestos Generales de Importación y Exportación, Infraestructura de la Calidad y el Decreto Promulgatorio del T-MEC, el cual debe ser firmado por el presidente de la República.
Todo lo anterior busca garantizar a Estados Unidos la reversión de la balanza comercial deficitaria que ha tenido con México durante más de 20 años, es decir, si el comercio se mantiene o se incrementa entre ambas naciones será para asegurar el propósito señalado.
Donde se puede observar, salvo el primer año de entrada en vigor del TLCAN, donde los primeros meses de 1994 fue el único año en el cual la balanza comercial entre México – Estados Unidos fue deficitaria para el primero. Claro, una gran cantidad de empresas estadounidenses se establecieron en México para aprovechar los beneficios de una mano de obra barata, derivada de los bajos salarios.
También vale la pena recordar, a pesar de los esfuerzos de Donald Trump, quien empezó su presidencia en febrero de 2017, la balanza comercial entre México y Estados Unidos no ha revertido su tendencia a ser favorable para México y de hecho en estos tres años se incrementó el déficit, como podemos observar en las tablas siguientes. Según las cifras oficiales del United States Census Bureau, en 2016 fue de -63,271.8 millones de dólares (mdd); en 2017 de -69,301.2 mdd; en 2018, -80,657.8 mdd; en 2019, -101,751.9 mdd, es decir, de 2016 a 2019 se incrementó en -38,480.1, lo que representa una subida de 37.81%; y hasta marzo de 2020, -27,216.9 mdd, conservando una tendencia ascendente si lo comparamos con el primer trimestre de 2019 cuyo total asciende a -22,675.7 mdd. De este modo, si comparamos el primer trimestre de 2017 (-16,301.5) con el primer trimestre de 2020 (-27,216.9), observamos un crecimiento de -10,915.4, el cual representa un aumento de 66.95%. Los crecimientos señalados no se deben a la vigencia del TLCAN, o a las negociaciones del T-MEC o a las expectativas de su entrada en vigor, sino más bien, a la guerra comercial de Estados Unidos con China y la sustitución de importaciones provenientes de México.
Lo anterior, junto con la alineación de los presidentes estadounidense y mexicano, abre una gran oportunidad para México, a pesar de los reveses a los inversionistas extranjeros. Una demostración de esa alineación será si para la entrada en vigor del T-MEC, los presidentes de ambas naciones se reúnen y dan el banderazo juntos, lo cual es posible y viable porque a partir de finales de mayo el presidente México reanudó sus actividades fuera de la CDMX, con la inauguración de las obras del Tren Maya.
Ahora bien, cuál es el horizonte de oportunidad para México, la continuación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, para efecto de que los productores mexicanos puedan cubrir el suministro de algunos de los productos exigidos por el mercado estadounidense. Sobre todo, a partir de la afectación causada por China al mundo y de las dudas provocadas con su falta actuación para prevenir la pandemia y la rispidez generada en la relación comercial con Estados Unidos. Al asegurar en el acuerdo comercial suscrito entre ambos, que los efectos del tratado no se cumplirían si sucediera algún imprevisto. Como se indica en el Capítulo 7 denominado Bilateral Evaluation and Dispute Resolution, cuyo artículo 7.6 párrafo 2 establece:
In the event that a natural disaster or other unforeseeable event outside the control of the Parties delays a Party from timely complying with its obligations under this Agreement, the Parties shall consult with each other.
En Estados Unidos hay quienes acusan a China de haber firmado el mencionado acuerdo comercial a sabiendas del brote de la epidemia en los últimos meses de 2019, lo cual, sin lugar a duda, cae en el supuesto previsto en el artículo mencionado. De este modo, ante la falta de confianza entre estadounidenses y chinos, además de los efectos económicos devastadores de la pandemia, por mucho, el mejor socio comercial para Estados Unidos es México. Por esta razón, Andrés Manuel López Obrador se ha alineado con las políticas impuestas por Estados Unidos en materia de migración y de comercio como sucedió con el T-MEC y su Protocolo Modificatorio.
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