Recientemente, diversas organizaciones han planteado la necesidad de defender la importancia de situar los problemas del agua en un contexto global y reconocer que este recurso natural se encuentra sujeto a una presión creciente en forma de consumo y de contaminación. Por su parte, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) adoptó en septiembre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la sostenibilidad, que tiene a su vez la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Así, los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron en 2015 una resolución en la que reconocen que el mayor desafío del mundo actual se enfoca en la erradicación de la pobreza y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible (PNUD, 2015).
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible plantea 17 Objetivos de Desarrollo con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. El objetivo número 6 se plantea “Garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos”. Entre otras cosas, se señala que la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente. Más de 1,700 millones de personas viven actualmente en cuencas fluviales en las que el consumo de agua supera la recarga; más del 80% de las aguas residuales resultantes de actividades humanas se vierten en los ríos o el mar sin ningún tratamiento, lo que provoca su contaminación; y aproximadamente el 70% de todas las aguas extraídas de los ríos, lagos y acuíferos se utilizan para el riego de cultivos (PNUD, 2015).
Como metas para el 2030, la ONU se plantea lograr, entre otras cosas (PNUD, 2015):
De esta manera, en la agenda internacional el agua se convierte en uno de los temas más importantes a tratar. Su uso inadecuado debe constituir uno de los temas de mayor atención para el desarrollo sostenible a nivel mundial, por su importancia en los ecosistemas y la biodiversidad. El agua está relacionada con la salud, el bienestar y la seguridad alimentaria de las personas, así como el desarrollo industrial, socioeconómico y la calidad del ambiente, los cuales dependen del adecuado manejo y gestión de este recurso no renovable (PNUMA, 2004).
Agua virtual y Huella del agua en el comercio
En los años 90 se introdujo un concepto denominado “Agua Virtual” cuyo propósito consistía en tratar de contabilizar el agua contenida en un producto, no en el sentido real, sino virtual. Es decir, el agua utilizada para elaborar un producto determinado (Hoekstra, 2003). El concepto fue usado originalmente por John Anthony Allan del King’s College de Londres y de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales, al estudiar países con déficits de agua (Parada, 2012). El concepto toma en consideración toda el agua que a pesar de no estar presente realmente, podía añadirse virtualmente a los productos comercializados, especialmente a los productos agrícolas, y hacerse “visible” en ellos a partir de estimaciones apropiadas (Parada 2012). Así nace otro concepto denominado “huella del agua” o “huella hídrica”.
El concepto Huella hídrica fue más bien una metodología propuesta por Arjen Hoekstra (2003) y publicada por la Iniciativa Water Footprint Network (WFN), que buscaba obtener un indicador que relacionara el agua con el consumo de la población. La Huella de Agua es un estudio que cuantifica y mapea en alta resolución espacial el uso que la humanidad le da al agua, tanto al agua de lluvia (WF verde), como las aguas subterráneas y superficiales (WF azul), así como el volumen de agua que contaminamos (WF gris). Analiza el consumo por país, tanto desde una perspectiva de producción como del consumo. Mide también los flujos internacionales de agua virtual a través del comercio de productos entre los países, tanto agrícolas como industriales.
El estudio señala que en el periodo 1996-2005, en promedio el uso de agua en el mundo fue de 9 087 Gm3/año, del cual 74% fue WF verde, 11% WF azul, y 15% WF gris. Donde la producción agrícola se lleva la mayor parte con un 92%, y una quinta parte del consumo mundial se relaciona con la producción para la exportación.
A nivel mundial el promedio per cápita de Water Footprint Network (WFN) fue de 1,385 m3/año, (3,800 litros por persona diariamente). El consumidor promedio en los Estados Unidos tiene un WFN de 2,842 m3/año, mientras que el ciudadano promedio en China es de 1 071 y en la India de 1 089 m3 / año; en México el promedio es de 1,978 m3/año (Vazquez, et.al., 2017).
El estudio ilustra la dimensión global del consumo de agua y la contaminación al mostrar que varios países dependen en gran medida de los recursos hídricos extranjeros y que muchos países tienen impactos significativos en el consumo de agua y la contaminación en otros lugares (Hoekstra y Mekonnen, 2011).
Para la medición del agua virtual utilizada en un producto se emplean dos metodologías. La primera toma en consideración el agua que realmente fue empleada para la elaboración del producto, la cual dependerá del lugar donde se produjo, del momento en que se produjo y de la eficiencia en el uso del agua (Hoekstra, 2003). La segunda metodología consiste en cuantificar la cantidad de agua que se hubiera utilizado para elaborar el producto en el lugar donde se consumirá. Esto servirá para responder a la interrogante acerca de cuánta agua se ahorra un país o región si decide importar un producto determinado en vez de producirlo localmente.
En el siguiente mapa se puede apreciar el balance de agua virtual de cada país y los principales flujos internacionales brutos de agua virtual. Los países que aparecen en verde tienen un balance negativo, es decir, que tienen exportaciones netas de agua virtual, mientras que los países marcados con tonos amarillos, anaranjados y rojos tienen importaciones netas.
Los mayores exportadores netos son Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina. India, Pakistán, Indonesia, Tailandia y Australia.
Los mayores importadores de agua virtual son: África del norte y Oriente Medio, Europa. México, Japón, y Corea del Sur se encuentran también en esta lista.
Los mayores flujos de agua virtual se dan desde EUA hacia México y Japón. México es el mayor importador de agua virtual del continente americano. Los mayores importadores brutos de agua virtual son: EUA (234 Gm3/año), Japón (127 Gm3/año), Alemania (125 Gm3/año), China (121 Gm3/ año), Italia (101 Gm3/año), México (92 Gm3/año), Francia (78 Gm3/año), Reino Unido (77 Gm3/año) y Países Bajos (71 Gm3/año) (Vazquez, et.al., 2017).
Desde principios del milenio la cuantificación y el mapeo de la huella del agua ha sido un campo de estudio en evolución y cobra vital importancia conforme las empresas y las personas se concientizan y se involucran tomando medidas que aporten soluciones a los problemas medioambientales que aquejan sobre todo a las personas de los países en desarrollo. Un ejemplo de estas medidas son las tomadas por el banco BNP Paribas que ha decidido no financiar a las empresas europeas que compran soja y carne de res de zonas taladas de la amazonía brasileña por considerar que ambos productos son dos de las mayores causas de la destrucción de la selva amazónica. La concientización del cuidado del medio ambiente ha llevado también a que algunas otras empresas tomen medidas encaminadas a cambiar sus procesos productivos como Unilever que involucra ahorro de agua o Coca-Cola, Dell, Volvo, entre otros, que han introducido el uso de materiales amigables con el medio ambiente.
La respuesta a la pregunta ¿si se puede ahorrar agua mediante el comercio?, la respuesta es sí, siempre y cuando se tenga en mente que la sostenibilidad implica una nueva forma de pensar y actuar, y que el agua es un recurso estratégico para el desarrollo económico, social y sobre todo para la vida.
Para John Anthony Allan (Allan, 1998), el estudio del consumo virtual de agua tiene un propósito, por un lado, se puede ver como una fuente alternativa de agua virtual que podía valorarse como un instrumento para resolver problemas geopolíticos y por otro lado tiene también una connotación económica, que se relaciona con el hecho de que un país debe producir lo que le es ventajoso e importar aquello en lo que no. Una ventaja en este sentido puede estar representada por la importación de productos de alto contenido de agua virtual, con lo cual el agua virtual que no se consuma localmente viene a representar un ahorro y un caudal adicional para las reservas hídricas con que cuenta el país.
El libre comercio generalmente prioriza los aspectos económicos sobre cualquier otro tema, llegando inclusive a omitir los impactos en el uso de recursos naturales que implican las exportaciones. La priorización en la generación de divisas sin tomar en consideración las afectaciones al medio ambiente por la deforestación desmesurada de los bosques por incrementar la superficie de monocultivos como el aguacate, el limón, el agave, y otros, que requieren un consumo masivo de agua, tiene un efecto negativo en las reservas del vital líquido, que en el futuro cercano los países que lo administren adecuadamente tendrán una ventaja comparativa sobre los demás.
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