El Expropiador Silencioso

Estamos asistiendo a nivel planetario a un proceso preocupante de inestabilidad de precios, en una palabra: INFLACIÓN. Hay unos desequilibrios internos en los países con consecuencias económicas externas e internas graves. Acaban de publicar en México el dato de la inflación interanual mayo 21, mayo 22 y no ha sido bueno. Un 7.88% de incremento del coste de la vida y una proyección a fin de año de 8% anual de inflación. Estados Unidos presenta incluso peores datos, lo nunca visto en muchas décadas.

 

Las causas inmediatas las podemos encontrar en la dura pandemia que sufrimos durante más de dos años y que aún no termina, y, sin duda, la invasión de Rusia a Ucrania en febrero pasado. Esta inflación de costos es en gran parte importada por las afectaciones en la oferta de muchos productos primarios y básicos (commoditis como el trigo y aceite de girasol del este de Europa), y sin duda productos energéticos (como el petróleo o el gas de esa misma zona del planeta).

 

Pero ¿qué consecuencias prácticas tiene una alta inflación en la economía de un país? Es un peligroso EXPROPIADOR, yo diría el peor expropiador ya que no discrimina, les pega a todas las economías familiares y supone una desvalorización en términos reales del poder adquisitivo de las rentas de las familias. Este implacable EXPROPIADOR hace:

 

1.- Que el comportamiento del sujeto económico cambie, y por ello, su estructura financiera y de decisiones de mercado. Se dice que el DINERO QUEMA EN LAS MANOS, porque cada día vale menos, lo que lleva a disminuir considerablemente el ahorro familiar y, por ende, la formación bruta de capital, y a manifestarlo continuamente en el lado de la demanda de consumo.

 

2.- Eso mismo lleva a un aumento constante de la demanda autoalimentada, lo que lleva o puede llevar a una espiral de inflación gravísima (hiperinflación o inflación galopante) difícil de cortar. Tenemos ejemplos históricos como la República de Weimar en la Alemania del periodo de entreguerras 1918-1933, o más recientemente la economía bolivariana de Venezuela.

 

Las políticas antiinflacionarias son complejas y a veces dolorosas para la población, y no siempre causan el efecto esperado o incluso pueden acarrear otros problemas colaterales. Citaremos:

 

Política monetaria pura: Restrictiva – hay que drenar el dinero en circulación en la economía. Lo contrario a aumentar la masa monetaria, quitar masa monetaria, ¿cómo? quitando el dinero de los ciudadanos vía impuestos o emisiones de deuda pública soberana que suscriba el público. Tiene sus contraindicaciones claras.

 

Políticas crediticias más duras: Tocando los coeficientes de caja y de solvencia del sistema bancario, aumentando el depósito obligatorio de la banca en Banxico. En pocas palabras: menos crédito disponible. Tiene sus contraindicaciones, claro. A veces por querer enfriar un poco la economía la matamos de frío. El fenómeno de la estanflación (estancamiento más inflación) surge por una política antiinflacionaria inadecuada.

 

Políticas de tasas de interés: Subiendo la tasa legal del dinero de los instrumentos financieros públicos (CETES, letras del tesoro, etc.), en otras palabras, se encarece el dinero, esto desanima a nuevo emprendimiento, a nuevas peticiones de préstamos y enfría tantito la economía. Claro que tiene sus contraindicaciones, como, por ejemplo, la generación de actividad económica enfocada al puro RENTISMO improductivo (¿quién va a querer arriesgar sus capitales con rendimientos riesgosos e inseguros, frente a las colocaciones fijas y seguras en papel del estado a tasas de interés atractivas?)

 

Política de gasto público: El Estado debe contener el gasto improductivo y, a veces, el gasto social, para no echar más leña al fuego; es decir, no alimentar más demanda que a su vez suponga incrementos de precios.

 

Política cambiaria y sector exterior: Pues no sé bien cómo habría que hacerle, porque por un lado superávits en la balanza de pagos genera más inflación, pero, por otro lado, una importación excesiva tampoco es buena. Creo que debe equilibrarse para lo cual la libre flotación del peso ayuda con la debida vigilancia del Banxico. Podría apreciarse el peso, lo que contendría al sector exportador, reduciendo las tensiones de la balanza de pagos.

 

Política industrial:  Modernizar y aumentar la competitividad de las empresas nacionales, no depender, por ejemplo, de las patentes industriales extranjeras, fomentar el I+D nacional.

 

Política comercial: Los fabricantes se las ingenian para maquillar la fuerte inflación de sus productos. Aparece el fenómeno de la reduflación. Mantener el precio presentando un packaging con menos producto (por ej. Tarro de Nescafé en el anaquel) o tokenización (uso de fichas sustitutivas de dinero para obtener producto en las máquinas vending. Por ejemplo, Argentina años ochenta).

 

No es poco serio el problema que nos viene encima, es terrible ver la pérdida de poder adquisitivo de los salarios de las familias trabajadoras y, en general, de todos los sujetos económicos que intervienen como factores en el proceso productivo nacional (empresarios, inversionistas, etc.) 

 

Para acabar, pondré un ejemplo real de esa expropiación que supone la inflación galopante a la que de ninguna manera debemos llegar como en el pasado. Un individuo vende en Venezuela su inmueble (una mansión) en 2002 y obtiene el precio de esa venta en moneda nacional (bolívares). En ese momento, la contraprestación dineraria por la venta equivalía, al tipo de cambio de ese momento, a 300,000 USD. Pasados unos años, digamos que, en 2019 con ese precio cobrado, el individuo venezolano puede adquirir a duras penas una cerveza en el abarrote. Esto es absolutamente real. Ojalá nunca nos llegue a ocurrir esto en nuestro querido México.




Compartir