Servicios: el motor silencioso del desarrollo territorial

Durante años, el modelo de desarrollo en México giró en torno a la industria. Los parques industriales, las fábricas y las cadenas de manufactura fueron vistos como sinónimo de progreso. Y en efecto, aportaron inversión, infraestructura y empleo. Sin embargo, en silencio, otro motor ha cobrado fuerza: el sector servicios. Turismo, salud, tecnología, educación, logística y entretenimiento hoy representan más del 60 por ciento del PIB nacional y concentran 70 por ciento del empleo formal. Este sector no transforma materias primas: transforma vidas. Su materia prima es el talento. Su producto final: bienestar, soluciones y experiencias.

 

Este cambio exige una nueva forma de concebir los polos de desarrollo. Ya no basta con infraestructura para la industria pesada. Necesitamos distritos de servicios, espacios vivos donde universidades, coworkings, centros médicos, Fintech y operadores turísticos compartan ideas, tecnologías y comunidad. Un país competitivo no es el que más produce en volumen, sino el que más valor genera desde el conocimiento.

 

El mundo ya muestra el camino. Netflix, en Tres Cantos, España, apostó por el talento local a través de su programa Grow Creative, formando creadores y fortaleciendo la economía creativa. El resultado: contenidos de exportación y empleos de calidad sin necesidad de desplazar comunidades ni construir infraestructura pesada. En Estados Unidos, iniciativas como los Green Benefit Districts integran comunidad, empresa y gobierno bajo un modelo de financiamiento colaborativo que revitaliza zonas urbanas. En Chattanooga, parques urbanos bien gestionados elevaron el valor de la propiedad más de 100 por ciento en menos de una década y atrajeron inversión privada ligada al sector servicios.

 

México tiene una oportunidad única. El 99 por ciento de nuestras empresas son Mipymes, muchas con alto potencial para integrarse a estos ecosistemas si se les brinda la infraestructura, la capacitación y el financiamiento adecuados. Hay talento en cada ciudad y municipio, solo falta conectarlo. Visualicemos un centro de salud digital en Chiapas, una Fintech especializada en remesas en Mérida o un hub de turismo sostenible e indígena en Oaxaca. Es posible. Y más aún, es urgente.

 
La reconfiguración territorial que propone CONCANACO SERVYTUR parte de reconocer que el desarrollo no puede seguir concentrado en ocho regiones industriales. Debe ser inclusivo, vinculado a las vocaciones locales, las cadenas productivas regionales y los servicios que atienden necesidades reales. Necesitamos una política pública que incentive el crecimiento de servicios profesionales en zonas rurales, la digitalización de negocios tradicionales, y la generación de empleos formales con arraigo comunitario.

 

Nuestra propuesta es clara: polos de servicios integrales que detonen empleo, reduzcan desigualdades y eleven la competitividad regional. Esto incluye incentivos fiscales para la inversión territorial, conectividad digital para todos, formación dual universidad-empresa, infraestructura compartida para Pymes y una estrategia de financiamiento accesible. No se trata de competir con la industria, sino de complementar el desarrollo desde otra lógica: la del conocimiento aplicado, el servicio humano, el valor agregado intangible.

 

El futuro no está en repetir el modelo industrial del siglo XX, sino en diseñar el ecosistema de servicios del siglo XXI. Porque hoy, el desarrollo ya no se mide en toneladas ni en metros cuadrados construidos. Se mide en talento activado, conocimiento compartido y comunidades fortalecidas.

El alma del progreso –ese que no solo se ve en las estadísticas sino que se vive en las calles– está en los servicios. Y México tiene el talento, la creatividad y la vocación para liderar este nuevo modelo.

 

FUENTE:

Octavio de la Torre de Stéffano

Presidente de Concanaco Servytur

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