México no necesita inventar un nuevo modelo económico; necesita mirar de frente al que ya sostiene al país

Hablar de una política para los negocios familiares es una deuda histórica para las empresas que representan el 99% del motor económico de México.

 

México vive un momento decisivo. En medio de transformaciones políticas, tensiones económicas globales y nuevos paradigmas laborales, existe una verdad que permanece firme: el país se mueve gracias a quienes levantan la cortina todos los días. A las dueñas y dueños de negocios familiares, a las MIPYMES que representan el 98.7% de las unidades económicas, y a los más de 8.6 millones de personas emprendedoras que, con riesgo, disciplina y creatividad, sostienen la economía real del territorio.

 

Hablar de una política para los negocios familiares no es un lujo ni una promesa aspiracional; es una deuda histórica. Somos un país donde el 99% de las empresas son emprendimientos, donde el comercio, los servicios, la gastronomía, el marketing, la consultoría y la manufactura pequeña constituyen la columna vertebral de la actividad productiva. Sin embargo, durante décadas, el diseño de políticas públicas ha volteado poco hacia ese corazón que late en cada pueblo, en cada barrio, en cada ciudad.

 

La evidencia es contundente:

En los últimos años, las MIPYMES crecieron un 4% respecto a la etapa pre-pandemia.
El 80% de los emprendedores sigue financiándose con recursos propios, y el 65% continúa autofinanciándose incluso después de tres años.
Casi el 41% ha enfrentado un fracaso empresarial, en gran medida por falta de liquidez o desconocimiento del mercado.
Y aun así, estos negocios tardan solo 1.8 años en alcanzar rentabilidad, impulsando empleo, consumo y comunidad.


Los negocios familiares no son pequeñas empresas: son grandes sueños, transformaciones sociales silenciosas y la red que sostiene a millones de hogares. Pero necesitan acompañamiento real: financiamiento accesible, programas de formación, herramientas digitales, seguridad jurídica y una agenda estatal que entienda que el desarrollo comienza desde abajo, no desde arriba.

 

Por eso, iniciativas como Viernes Muy Mexicano, El Buen Fin en su 15 aniversario y la Gran Escapada muestran un camino posible: cuando el gobierno y el sector privado trabajan juntos, el territorio florece. Cuando una política pública se construye desde los negocios familiares, nace productividad con propósito, no solo estadísticas.

 

Hoy, México tiene la oportunidad histórica de impulsar una agenda nacional para quienes sostienen su economía.

Una política que reconozca que detrás de cada microempresa hay una historia familiar, un riesgo compartido y un acto de valentía.

 

Una política que entienda que digitalizar, financiar y acompañar a los negocios familiares es fortalecer la paz, la seguridad y la movilidad social.

 

Porque si pensamos como comerciantes, no nos equivocamos.

 

Y si gobernamos escuchando a quienes emprenden, México no solo crecerá: se transformará desde sus raíces.

 

FUENTE:

Octavio de la Torre de Stéffano

Presidente de Concanaco Servytur

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