Los planes del presidente electo Donald Trump de imponer aranceles significativos a las importaciones chinas podrían allanar el camino para las tan esperadas negociaciones comerciales de “fase dos” con Pekín, dado su enfoque “transaccional” hacia la presidencia, argumenta Wendy Cutler, vicepresidenta del Asia Society Policy Institute y exfuncionaria de alto rango en la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR).

“Todos están tan enfocados en la opción de los aranceles y en una escalada de la guerra comercial, pero el lado transaccional de Trump sugiere que ese podría no ser su objetivo final”, dijo Cutler en una entrevista con Inside U.S. Trade. Cutler, quien en algún momento fue representante adjunta en funciones de la USTR, lideró las negociaciones de la Asociación Transpacífica (TPP) durante la administración de Obama.

Trump ha prometido aumentar drásticamente una serie de aranceles poco después de asumir el cargo, con un enfoque particular en China. En varias ocasiones ha mencionado tarifas de hasta el 60 % para todos los productos del país, además de un arancel “universal” del 10-20 % sobre todas las importaciones estadounidenses.

Aunque aún no está claro qué medidas adoptará finalmente la nueva administración y qué mecanismos utilizará, Cutler señaló que el enfoque más agresivo podría —de manera contraintuitiva— facilitar el inicio de la “fase dos” de negociaciones comerciales integrales que comenzaron durante el primer mandato de Trump, pero no se retomaron bajo la administración Biden.

“Si al inicio de la administración queda claro que están dispuestos a imponer aranceles altos contra China, eso crearía un incentivo para que ambas partes inicien conversaciones y vean si es posible llegar a un resultado negociado”, señaló.

La “fase dos” como continuación de la fase uno
Dichas conversaciones podrían evolucionar hacia las negociaciones de fase dos, consideradas como el siguiente paso tras el acuerdo comercial de 2020 entre EE.UU. y China, pero que no avanzaron debido a la pandemia de COVID-19 y la transición al gobierno de Biden.

El acuerdo de fase uno incluía compromisos de Pekín para no tomar represalias contra EE.UU. por la imposición de aranceles de remedio “de buena fe”, reducir drásticamente los tiempos de aprobación para características biotecnológicas y establecer nuevas barreras contra la falsificación y las violaciones de propiedad intelectual. También fijó objetivos para que China incrementara sus compras de bienes y servicios estadounidenses en $200 mil millones adicionales con respecto a los niveles de 2017, entre otras disposiciones.

Sin embargo, el acuerdo no abordó varias preocupaciones clave de EE.UU., como los subsidios industriales, las empresas estatales, las intrusiones cibernéticas en el ámbito comercial, el acceso a servicios de computación en la nube y otros temas de servicios importantes. Además, China no cumplió con la compra de la mayoría de los bienes que había prometido.

Recientemente, en un artículo para Foreign Policy, Cutler escribió que una negociación de “fase dos” no está descartada para la administración entrante y recomendó a los funcionarios considerar una amplia gama de temas posibles para dichas conversaciones, incluyendo objetivos de compra “más realistas”, limitar la producción excesiva de los fabricantes chinos y restricciones cuantitativas en exportaciones “selectas” del país.

“Estas propuestas enfrentarían desafíos, incluyendo lograr que Pekín acepte”, escribió, aunque subrayó que seguirían siendo valiosas, especialmente considerando el llamado del nuevo representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, para un “cambio fundamental” en la relación comercial con China.

“Dejar que las cosas empeoren realmente”
Aunque Trump parece centrarse más en los aranceles que en las negociaciones como prioridad principal, sus primeras acciones podrían hacer que las conversaciones sean más probables, dijo Cutler, respaldando la idea de exfuncionarios de la administración Trump de que el expresidente y ahora presidente electo es un negociador que podría usar los aranceles como palanca.

“La estrategia podría ser dejar que las cosas empeoren mucho, imponer aranceles altos, dejar que entren en juego factores negativos, y eso contribuiría a que China no solo llegue a la mesa de negociaciones, sino que también haga más concesiones de las que estarían dispuestos a hacer”, dijo. “Claramente, cuanto más alto sea el arancel, mayor será la disrupción, y tal vez eso incremente el incentivo para encontrar una solución negociada”.

Aunque esos “factores negativos” afectarían a ambos países, señaló que Trump ya ha indicado que estaría dispuesto a soportar al menos cierto nivel de desaceleración económica para lograr sus objetivos comerciales.

“La actitud de la administración entrante será que ‘esto es en nuestro interés’, y aunque los aranceles puedan impactar la economía, también están ofreciendo recortes de impuestos y desregulación, lo que debería más que compensar las consecuencias negativas de los aranceles, al menos esa es mi comprensión de cómo están respondiendo a las preocupaciones sobre un posible impacto económico”, dijo.

Prioridades en conflicto
A pesar de las posibles negociaciones, Cutler reconoció que no habría garantías de un acuerdo sustancial debido a las prioridades complejas y a menudo contradictorias de cada lado.

“Los temas que quedaron pendientes de la fase uno son muy difíciles de abordar y encontrar puntos intermedios. Incluso si se lanzan negociaciones, no está claro cuáles serían las perspectivas de éxito”, concluyó.

FUENTE: Inside Trade